Hola a todos: aquí estoy escribiendo nuevamente. Esta vez en el día de mi cumpleaños!!!! (10 de febrero) Es la primera vez que lo festejo sin dulces. Ahora les explico por qué, pero vamos por partes.
El lunes tomé mi última purga de esta semana y de esta primera etapa tan fuerte. Tomé tabaco. Si alguno quiere limpiar pensamientos y curar la adicción al tabaco, es ampliamente recomendable. Eso si, déjense ese día libre porque es fueeeerrrrrtísimo. A mi me da sensaciones particulares, que no se si les da a otros. Pero igual es importante tener en cuenta si van a tomar, que podrían necesitar todo el día para terminar el proceso.
Sigo compartiendo la semana, el martes, como todos los martes, tome ayahuasca, esta vez la convidó un maestro colombiano muy amoroso: Don Humberto, muy particular en su estilo. Guía la planta haciendo unos sonidos con su boca, manos y muchas cositas que tenía colgadas. Fue una linda sesión.
Y el miércoles empecé a tomar cada noche, durante 7 noches: Camalonga. Es una planta excelente para depurar y equilibrar el sistema nervioso y el energético, y de verdad que estoy muy tranquila PERO tiene un componente venenoso que solo se activa si como cosas dulces, ni siquiera puedo comer fruta. Por eso les dije al comienzo del relato que es mi primer cumpleaños sin nada dulce. Con Camalonga no vale la transgresión, la manipulación, ni la frase: «un poquito no pasa nada». Es simple y claro: la planta esta en mi cuerpo, si como dulce me enveneno. Esta condición intransigente de las plantas me impone un respeto, un compromiso y una impecabilidad en mi trabajo que no había vivido antes.
Desde pequeña tengo adicción a los dulces. Hace años siento como esos zapatitos que le ponen a las japonesas para que no les crezca el pie. Dentro mío hay un impulso de crecer y el consumo indiscriminado de dulces es como ese zapatito, que por «miedos ilusorios» me colocaba a mi misma.
Tomar Camalonga es como caminar descalza por primera vez.
La mirada antropocéntrica, en la que el ser humano es el Ser superior dentro del planeta tierra en comparación a otras formas de vida (animal, vegetal, mineral) que me enseñaron tanto en el colegio como en la iglesia, de ninguna manera es aplicable aquí. Este tipo de plantas me inspiran una actitud de reverencia, de respeto, de comprensión: formamos parte de una misma realidad. Simplemente cada uno ocupa su lugar y es una manifestación de esta Realidad. Sin parámetros de jerarquía, sin considerarlas inferiores ni superiores, para mi las plantas ocupan en este momento el lugar de maestras; ese maestro que no me indica donde debo ir sino que me acompaña a descubrir mi propio camino, y lo hace de una manera simple, clara y amorosa.
Así estoy en Tarapoto, tranquila, abierta, recibiendo la enseñanza de las plantas.
Bendiciones para todos y Abundancia de Amor,
Inés